Lo estabais esperando, sabíais que tarde o temprano llegaría este momento, tanto Hamlet y tanto teatro nos tenía que conducir, inevitablemente, a sentir curiosidad por “su hermana”: la ópera.
De una belleza incomparable, un temperamento indomable, y una expresividad que roza la locura, quizá su mayor defecto sea su inadaptabilidad a los tiempos modernos y a la sociedad joven actual.
¿Quién de vosotros ha ido a ver una ópera?, es más, ¿quién de vosotros ha escuchado un CD o DVD de una ópera completa? Uf, pobrecita… mirarla… tan dulce, apasionada, espectacular, vibrante… y sin embargo, es verdad, hay que reconocerlo, tan pesada en muchos momentos… es una de esas cosas que más vale tomarla en dosis pequeñas… qué lástima que fenómenos como Wagner no hayan sintetizado un poco sus ideas en obras de 90 minutos… Pero bueno, no os preocupéis que para eso estoy yo aquí, para introduciros en un mundo cuya creatividad no tiene límites, y cuyas influencias no debéis dejar de lado en vuestra culturilla general.
En primer lugar, y para que a partir de ahora podáis apreciar sus diferencias, os explicaré, de modo muy simple, la clasificación de las voces.
El tenor es la voz más aguda de hombre. Normalmente interpreta al protagonista de la obra. Escuchar este fragmento (del más grande entre los grandes) e intentar no sentir emoción alguna… IMPOSIBLE, jajaja. Todo un héroe este príncipe Calaf.
El barítono es la voz intermedia de hombre. El villano de la historia (o el antihéroe) suele ser interpretado por esta voz. Mozart, experto en la materia, nos aporta este personajillo (Papageno, hombre pájaro) q sin ser un antihéroe, va a enseñarnos como la música muestra las características de los personajes… ¡¡¡Hay que tener un par para salir al escenario!!!
La voz de bajo es la más grave de entre los hombres. Representa papeles que pueden llegar desde la máxima expresión y tenebrosidad, hasta momentos cómicos. Rossini, genio de la ópera bufa (cómica), tan llena de estos personajes…
En cuanto a las mujeres, la voz de soprano es la más aguda. Normalmente sus papeles vienen acompañados por un gran virtuosismo, ya que suele encarnar a la protagonista. ¡¡¡Cuidado con vuestros oídos!!!
La mezzo soprano es la voz intermedia de las mujeres, de timbre más grave y dulce. Para este caso hemos seleccionado una famosa mezzosoprano, con un caso especial de gesticulación… ¿Grandeza o exageración? Tu mismo.
Por último la voz de contralto, la más grave entre las mujeres. Los compositores buscaban estas voces para los personajes malvados. Es lo que podríamos denominar “voz de Manola”… jajaja.
Pero aquí hemos venido a hablar de mi libro, digo, sobre la ópera y su relación histórica con el héroe/antihéroe.
No esperéis una tesis doctoral, porque entonces yo tendría que ser doctor… pero un pequeño recorrido sobre su evolución nos ayudará a entenderla mejor. La ópera tal cual la conocemos hoy, surge hacia 1650 con la llegada del Barroco. Compositores de la talla de Monteverdi, Purcell o Haendel experimentaron con suerte dispar. No es más que una representación teatral, cuyo diálogo se canta, y al que se le añade un acompañamiento musical instrumental. La temática, en sus orígenes, viene de la mitología griega, y por tanto podéis esperar una correlación de héroes y dioses. Aquí tenéis al mismísimo Neptuno…
El siguiente paso en la evolución histórica lo tenemos en el clasicismo, donde encontramos una división importante entre aquellos que continúan dándole un carácter heroico a sus libretos (pese a que la música perderá su carácter recargado en favor de la proporción, la sencillez y la claridad de las líneas melódicas) y las nuevas tendencias que considerarán la música más como un entretenimiento y diversión, dando lugar a lo que se conoció como ópera buffa, o cómica. Y aquí nos encontramos con el mayor genio de este género, y por que no, de la historia de la música: Mozart. Pese a sus experiencias con la ópera seria (Idomeneo y La clemença di Tito), sus obras maestras operísticas serán sus comedias (Le nozze di Figaro, Così fan tutte, o Die Zauberflöte, que muestran este cambio de tendencia al utilizar el alemán, la lengua del pueblo, en contra del italiano, la lengua tradicional de la ópera). En la flauta mágica, encontramos un claro ejemplo de antihéroe: el príncipe Tamino. Pese a estar inspirada en temática mitológica, encontramos un claro toque menos existencial, y a un príncipe medroso, temeroso, dubitativo a la hora de salvar a su amada secuestrada, y cuya finalidad es la de conseguir su amor desde su sencillez, y no desde la recompensa de la soberbia y la gloria de los dioses. Os dejo con un aria (fragmento en que el personaje canta “a solo”) y con un fragmento de las bodas de Fígaro para que podáis ver y comparar a estos personajes con “el gran” Neptuno.
http://www.youtube.com/watch?v=p10aV7HhTio&feature=related
No podemos abandonar esta época y la ópera bufa, sin uno de los más famosos del género: Rossini. Con un estilo muy característico, vivo y populista, dominó los dos estilos, destacando óperas serias como su famoso “Guillermo Tell” o “Semiramide”, con otras llenas de comedia, tramas, tretas, enredos, enredos y más enredos, como “El barbero de Sevilla” o “La gazza Ladra”. Para variar un poquito, y ofreceros una música mucho más dinámica que la que nos ofrecen los fragmentos densos de la ópera, os pongo dos oberturas (especie de resumen temático de las óperas, que se interpretan al principio de las mismas, como si fuera un trailer) de una gran belleza y dificultad en la interpretación (sufridas en mis propias carnes…jajaja).
Con la llegada del Romanticismo, y con las ganas de destapar todo el sentimentalismo “reprimido” en el clasicismo, nos encontramos con la antítesis del antihéroe… vamos lo que viene siendo el héroe… jajaja. Tras años de ir haciendo la pelota de los sentimientos más y más grande, con compositores operísticos de la talla de Weber, Beriloz, o Verdi, surge la figura del defensor del héroe por excelencia: Wagner. Sus obras son auténticas superproducciones, unas moles (¡algunas de más de 4 horas!). Destaca su tetralogía de “El anillo del nibelungo” (Der Ring des Nibelungen) compuesta por “El oro del Rin” (Das Rheingold), “La Valquiria” (Die Walküre), “Sigfrido”(Siegfried) y “El ocaso de los dioses” (Götterdämmerung), ¡¡con unas 14 horas de leitmotive (tema conductor) basados en historias mitológicas germanas!! Mirar que puesta a punto… ESPECTACULAR.
Para terminar con este repaso histórico, un personaje femenino, de sobra conocido, que no vamos a considerar ni mucho menos un antihéroe, pero que en palabras de Nietzsche, se podría considerar como “la respuesta latina a la obra wagneriana”: hablamos de Carmen, de Bizet. Aunque bueno, también es un rasgo de los antihéroes utilizar sus armas para conseguir su propósito, aunque sea de forma un poco… ¿no? ¡CUÁNTA SENSUALIDAD!
Abriendo un nuevo frente, entraremos en lo que en principio es la razón de ser (o no ser) de este blog: Shakespeare y Hamlet. Abriremos dos caminos diferentes: por una parte vamos a ver como han sido representadas las obras de Shakespeare en la ópera, y por otra parte entraremos en el Hamlet operístico.
Shakespeare es uno de los autores que más óperas ha inspirado. The Fairy Queen compuesta por Henry Purcell en 1692 (versión de Sueño de una noche de verano) es considerada la primera ópera shakesperiana.
La ópera italiana se puso de moda y dividió al público. Desde entonces, y hasta mediados del Siglo XIX, se compusieron varias obras basadas en Shakespeare, en su mayoría de carácter cómico, poco fieles a sus originales y algunas más exitosas que otras.
En 1816, Rossini presentó Otello. Esta obra tiene su importancia porque se la considera la primera en que aparece la figura de la prima donna, es decir, la interpretación de un papel importante con voz de mujer (soprano) relegando a los castrati.
La mayoría de las grandes óperas basadas en historias de Shakespeare fueron compuestas durante el Siglo XIX. Las que más versiones inspiraron fueron Romeo y Julieta (pareja que atrajo a Bellini y Gounod o Tchaikovsky, entre otros. Pero la figura más importante que versionó al genio, fue otro genio: Verdi. Compuso Macbeth en 1847, estrenó las dos óperas consideradas por muchos como las que mejor reflejan el espíritu de sus originales: Otello (1887) y Falstaff (1893), inspirada esta última en Las viudas alegres de Windsor con elementos de Enrique IV.
Otras óperas basadas en obras de William Shakespeare son:
The Tempest, Henry Purcell y John Weldon (1712)
Gli Equivoci, Stephen Storace (1786)
Das Liebesverbot, Richard Wagner (1836)
West Side Story, Leonard Bernstein (1957)
A Midsummer Night’s Dream, Benjamin Britten (1960)
Por otra parte, y muy a nuestro pesar, hay que decir que Hamlet no ha sido una de las obras más inspiradoras para los grandes artistas de la ópera, pese a ser una de las mayores tragedias de Shakespeare. Que se conozca, se han compuesto catorce versiones, de las que trece han llegado a estrenarse, y entre las que solamente sobrevive (que teniendo en cuenta lo difícil que es sobrevivir en la obra, ya tiene su mérito… jajaja), la del francés Ambroise Thomas, compuesta en 1868, que logró en su momento tal favor entre el público español que alcanzó hasta noventa y cinco representaciones en el Teatro Real entre 1881 y 1920.
Y para los más atrevidos, aquí os dejo algo a lo que le podéis dedicar un rato y saciar vuestra curiosidad… para gustos, colores.
Vamos llegando al final, lo se, muy a vuestro a pesar, pero todo lo bueno se acaba… aunque no podemos irnos sin mencionar a "nuestro" antihéroe por excelencia: El Quijote.
De la misma manera que Hamlet, Sancho y su señor han sido fuente de inspiraciones que prácticamente no han llegado hasta nuestros días… Destacamos la ópera del compositor francés Massenet, y el magnífico poema sinfónico de Strauss. Si vais justos de tiempo, por lo menos ver el primer enlace, la calidad del sonido es muy mala, pero sólo con verlo puede ser suficiente… ¡QUÉ GRANDEEEEE!
Nuestro último salto nos lleva al cine. Hay muchas películas cuya trama principal gira en torno a la ópera, o a diferentes compositores. En muchas ocasiones, sobre todo en las versiones más comerciales, no podemos creer en la fidelidad del guión a la realidad, pero sí que pueden ayudar a aquellos oídos novatos o inexpertos, a entrar de una manera más amena en este maravilloso, extenso y profundo mundo.
En primer lugar, mi predilección hacia Farinelli: Il Castrato (1994) de Gérard Corbiau.
Como ya he comentado, pese a estar basada en hechos reales, ¡no os creáis ni la mitad! Jajaja. En cualquier caso, incluso para personas que jamás hayan sentido ningún tipo de atracción hacia la ópera, es una película fascinante, dolorosa, tierna, y que me niego a pensar que no os llegará al corazón. No podréis hacer otra cosa que admirar la belleza de la música… Ahí va un pequeño adelanto, pero por favor, no dejéis pasar la ocasión de verla.
En segundo lugar, y ya entrando más en materia de antihéroes, The phantom of the opera (2004) dirigida por Joel Schumacher.
Os recomiendo esta versión, porque además de ser la más moderna, con lo cual os gustará más visualmente, porque la adaptación musical corresponde a un gran genio como es Andrew Lloyd Webber. Preciosa, emotiva, sensible, que trata temas como la amistad, la obsesión, el terror, el misterio, la tragedia… repito, quedaros con la parte musical porque es una obra de arte. Os dejo con el tema principal.
Y como no, ¿quién podría ser el compositor mas antiheroico que haya existido jamás? Oh, claro, ¡¡herr Mozart!!!
Todo parecido con la realidad es pura coincidencia, pero, ¿y qué? ¿Qué es un antihéroe? ¿Un personaje tramposo, mentiroso, sin moral, capaz de ridiculizar a cualquiera, de reírse de su propia sombra? Exagerada, divertida, emocionante, trágica, preciosa, maravillosa, genial, sencillamente ESPECTACULAR.
Os dejo dos enlaces de la película, el tercero corresponde al lacrimosa, el mejor fragmento musical jamás escrito… jajaja, regalarme 5 minutos de vuestro tiempo y pensar que esta es la música que él mismo compuso para su propio entierro… CONMOVEDOR.
Después de este viajecito por la ópera, los héroes y antihéroes, y por nuestro Hamlet, no me queda más que esperar que desde ahora veáis este mundo con otros ojos, y lo escuchéis con otros oídos. No ha sido demasiado técnico, pero seguro que en algún momento os ha llegado dentro… y si habéis llegado hasta este final, es porque sois unos auténticos héroes… porque si fuerais antihéroes ya habríais dejado de leer hace rato… jajaja.
Espero que nuestra frase inicial, se haya convertido en:
Bienvenidos al apasionante mundo de la ópera… ummmmmmmmm…. Jajajaja.