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domingo, 22 de enero de 2012

Hamlet, el reflejo de una época


Shakespeare se encargó de hacer de Hamlet, el protagonista de la tragedia con el mismo nombre, todo un antihéroe: Hamlet se enfada, miente, traiciona, guarda rencor y se comporta como un embustero. Pero no hay nada gratuito en la caracterización del personaje. Precisamente éste no es más que el reflejo de la situación que estaba viviendo Inglaterra. Shakespeare carga así a Hamlet con todo el peso de la historia, encarnando la situación que se estaba viviendo en la conducta del protagonista.


El autor vivió en la época moderna. El Renacimiento afloraba y la corriente ideológica estaba virando lenta pero inequívocamente al antropocentrismo. La figura del hombre gana cada vez más importancia. Hamlet es un claro ejemplo de ello: se trata de un personaje que va forjando su destino, hasta ahora no escrito, y cada una de sus decisiones repercutirá sobre la historia hasta llevarle a su triste final.

Podemos enmarcar a Hamlet como una figura humanista. El antropocentrismo de la época surge con el acercamiento a la figura del hombre: el humanismo. Hamlet se define en todo momento como un personaje totalmente humano: él duda, se equivoca, toma decisiones que no siempre son correctas, miente, se angustia, etc. Este personaje está más próximo al ciudadano que a los grandes e idealizados príncipes.

Hamlet, de corazón noble y leal, se rige por un código justo y heroico. Se representa en él el cambio de mentalidad de la época. De la misma forma que el rey, que llega a matar al anterior rey desposando a su esposa para gobernar, representa al príncipe maquiavélico renacentista guiado por la máxima de “El fin justifica los medios”, Hamlet por otra parte encarna los valores del hombre medieval como la justicia, el honor, la lealtad, etc. que están evolucionando hacia una idea más renacentista, y por lo tanto acercándose a la misma máxima del rey. Hamlet se verá necesitado de recurrir a tretas y engaños para llevar a cabo sus planes a medida que avanza la historia.

El estudio de género de la obra se basa en la relación que Hamlet mantiene con Gertrudis y Ofelia. Las grandes civilizaciones de la Edad Moderna siguen el modelo de sociedad patriarcal que limita a la mujer a un papel subordinado. No obstante cuando la obra de Hamlet fue concebida reinaba Isabel I, la reina virgen, alabada históricamente por el gran papel que desarrolló y por la reestructura del país que consiguió. Es perceptible que Hamlet imprime en las mujeres el papel de subordinación:

Por una parte Hamlet no puede evitar el sentimiento de rencor hacia su madre, que se había casado con el nuevo rey de una forma demasiado acelerada, considerando eso como una traición hacia su difunto padre. Le reprochará en varias ocasiones a su madre la falta de respeto que considera que cometió al desposar a su nuevo marido sin haber pasado el luto que él consideraba que le correspondía a su padre. De esta forma, Hamlet no podrá evitar considerarla una cómplice de la muerte del antiguo rey al condenarlo tan pronto al olvido.

Por otra parte nos encontramos con el personaje de Ofelia, que acabará enloqueciendo por una de las tretas de Hamlet. Éste la castiga haciéndole creer que ya no la ama porque considera que ella le ha traicionado. Hamlet, rencoroso por esta traición, no intentará impedir que este personaje se angustie, enloqueciendo y llegando a su trágico final a pesar de que realmente le ama.

Hamlet fue escrito en un ambiente de agitación religiosa. La reina María Tudor había gobernado recientemente imponiendo la religión católica en Inglaterra de una forma muy severa. A su muerte, Isabel llegó al poder favoreciendo a la religión protestante. Podemos percibir esta agitación al analizar las muertes de los personajes de Hamlet, como la Sombra que se representa a su difunto padre muerto sin viático. Hamlet será el canal de esta agitación religiosa al estar implicado directamente en 2 muertes:

Primero cuando mata a Polonio, cuyo cadáver se encarga de enterrar antes de que se le pudiera dar una sepultura cristiana.

Por otra parte influirá en la muerte de Ofelia, que se suicida al enloquecer por la muerte de su padre, propiciada por Hamlet, y al sentirse no correspondida del amor del príncipe. Al suicidarse, según la tradición católica, no su cuerpo no se puede enterrar en terreno santo.

De esta forma podemos ver como el personaje de Hamlet responde a la necesidad de Shakespeare de humanizar la situación de país. Una situación agitada, llena de cambios, a la que el autor acaba de dar salida mediante la locura de sus personajes. La locura se convierte así en la única herramienta capaz de darles a los personajes la libertad de movimientos total que hace que nos resulten tan humanos y cercanos.

Llama la atención que en una de nuestras obras más importantes de la literatura española, y contemporánea a Hamlet, también se utilice la locura para dotar de libertad total a su protagonista: El Quijote.

Bibliografía:

SHAKESPEARE, WILLIAM. Hamlet. 2002. Barcelona. Editorial Planeta-DeAgostini

BENNASAR M.B, JACQUART J., LEBRUN F., DENIS M., BLAYAU N. Historia Moderna. 1998. Ediciones Akal

1 comentario:

  1. Aunque tiene ya casi una decada esta publicación quiero decirles que me fué muy util para la comprensión de la lectura de Hamlet, ubicarla en tiempo, el contexto histórico político y religioso y todos los cambios que se dieron en la époco.

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